Ir al contenido principal

Entrevista a Germán Prosperi - UNL - Santa Fe

Esta entrevista se la hice a Germán hace ya algunos años, y es de suponer que los datos de su CV están más que atrasados. La última vez que nos cruzamos en el Orbis Tertius de este año (2009) -leyó su trabajo en la misma mesa que Graciela Wamba-, no charlamos más que de un par de cosas triviales, pero siempre lo recuerdo con mucho cariño y una profunda admiración y respeto. Este hombre además de ser el mejor lector de literatura que tuve el gusto de conocer, fue el mejor enseñándola. Creo que la experiencia con él marcó el rumbo de mi escritura, siento en cada coma su huella. Gracias por eso, Laura.

Datos del entrevistado.

Mi nombre es Germán Prosperi, soy Profesor en Letras. Y en este momento tengo en proceso de evaluación mi Tesis de Didácticas Específicas, cuyo tema es “La enseñanza de la literatura en el nivel superior”. Mi cargo es profesor adjunto en Literatura Española I y II, y en Introducción a los estudios literarios. En escuela media nunca he tenido horas titulares, pero desde que me recibí, hace doce años, estuve siempre en contacto con la escuela media. Trabajé en escuelas céntricas de la ciudad, y en algunas periféricas. No tengo, por ejemplo, experiencia en educación de adultos, ahí nunca trabajé. Siempre con adolescentes, en media. En todos los años, desde el antiguo primer año -actual octavo- hasta quinto años.

1. ¿Enseñar literatura o enseñar teoría literaria?

Ese es un problema que desde el momento en que el campo de la enseñanza de la literatura se configura, aparece como el gran tema. O enseñar literatura, o enseñar teoría de la literatura. Creo que en algún momento no tenemos muy en claro la diferencia entre una y otra. Creo que cuando enseñamos literatura, también enseñamos teoría de la literatura, en el sentido que la teoría nos ayuda a leer mejor la literatura y la enseñanza no es más que una manera de contar o de mostrar una lectura. Me refiero a la enseñanza de la literatura. Yo no estoy de acuerdo en plantearlo de manera dicotómica; es decir, el trabajo fundacional en relación con este planteo, es el trabajo de Paul de Man “La resistencia a la teoría”, donde el dice que básicamente enseñar literatura es enseñar teoría literaria. Está bien, lo dice él que es un profesor de Teoría literaria. En Argentina, quien ha recuperado esa tradición y quien sostiene también esta tesis es Jorge Panesi. Para quien también, la enseñanza de la literatura tiene que ver con la enseñanza de la teoría literaria, más las últimas tesis de Panesi respecto de que enseñar es transmitir un entusiasmo, básicamente, una hipótesis de fervor, como dice él, que está llamando al entusiasmo. Me refiero a su trabajo “Enrique Pezoni, profesor de literatura” que aparece en el libro Crítica del año 2000.

2. ¿Se puede enseñar literatura?

Sí, se puede enseñar porque sino no estaríamos hablando, y porque bueno, la enseñanza de la literatura tiene una tradición histórica muy fuerte en todos los países y en Argentina también: como proceso constructor de identidad, en el sentido de que es una manera fuerte de pensar la nacionalidad. Y también desde el punto de vista personal, claro que sí que pienso que se puede enseñar, porque es lo que hago todos los días, no? No es un argumento demasiado válido esto, pero creo que sí es posible porque es posible... como efectivamente existe el desarrollo de una didáctica de la literatura, es decir, de un recorrido por prácticas de enseñanza de un determinado objeto. Un objeto que todavía seguimos debatiendo ”cómo lo construimos” pero que evidentemente se construye y se puede enseñar.

3. ¿Es útil para los alumnos aprender literatura?

Mirá, la palabra utilidad tiene que ver con un dejo fuertemente pedagogizante, ¿no? Si pensamos en la utilidad, uno puede pensar, a ver, si es útil que el chico aprenda el teorema de Tales, o el teorema de Pitágoras, y tal vez ahí vamos a seguir teniendo dificultad. La utilidad de ciertos conocimientos no la podemos medir en términos inmediatos, yo no creo que sea posible utilizar la categoría de la utilidad o de lo utilitario en la enseñanza de la literatura siempre, porque nos estamos manejando con un saber que permite el desarrollo de otro tipo de capacidades que no tienen que ver con realizaciones inmediatas de lo cotidiano. Si la literatura te ayuda a leer el mundo, si la literatura te ayuda a comprender el otro, si la literatura te ayuda a entenderte a vos mismo, si la literatura te ayuda a leer la historia mejor a como lo ha leído el propio discurso autobiográfico, entonces, las razones de su enseñanza estarían apoyadas en eso y no, en esta cuestión utilitaria con la que cierta didáctica ha querido evaluarla o ha querido verla.

4. El placer del texto, ¿cuál puede ser el placer del texto en una relación donde intervienen el docente y su saber, el alumno y su saber, frente a un texto como objeto de trabajo?

Mirá, a mí me parece que respecto a esto del placer del texto, también podemos hacer la misma lectura respecto del utilitarismo. Frente a las posturas que decían que no había que enseñar literatura por el utilitarismo, sino que había que enseñarla por el placer, eso también se convirtió en una idea cerrada en sí misma. Entonces cuando a los docentes nos preguntaban por qué enseñás literatura, por el placer. Pero eso también es una cuestión vacía. Es como decirle al chico, “yo te leo el poema XX de Neruda –y le digo- bueno, a ver, sentí”. Como si sentir fuera una cuestión que pueda tener que ver con una operatoria, como “resolvé tal teorema”, o “resolvé tal operación matemática”, o “encontrá en el mapa la capital del Imperio Romano”, en ese punto. Por eso te digo, decididamente hay un placer en el texto, pero que evidentemente tiene que ver con el trabajo. Harold Bloom en su texto “¿Cómo leer y por qué?”, utiliza esto, obviamente ya lo debés conocer, la idea de lo que él llama “un placer difícil”. La literatura ayuda a encontrar ese “placer difícil”, justamente un placer que tiene que ver con poder desarrollar en el sujeto capacidades que son difíciles de desarrollar. Él utiliza la metáfora de la ironía. Él dice, para poder enseñar literatura hay que poder mostrarle a los chicos, a los estudiantes, los rasgos irónicos que el texto tiene, pero enseñarle a alguien a que sea irónico es tan difícil como enseñarle que se haga solitario. En ese punto es desde donde él instala su discurso acerca de la dificultad de este placer que él trata de instalar ahí.

5. ¿Cómo se articulan en una práctica pedagógica el aprendizaje de la lectura y el aprendizaje de la escritura?

La cuestión de la lectura y de la escritura, parecen tener que ver, más que nada con el campo de lo que se llama Didáctica de la Lengua. Que este es otro problema, no? Porque cuando hablamos de “didáctica de la lengua y la literatura”, en realidad nos damos cuenta de que estamos hablando de dos cosas distintas. Una cosa es la didáctica de la lengua y otra cosa es la didáctica de la literatura. Y de quince años a esta parte, en Argentina, esos campos se han ido desarrollando separadamente. En el sentido de que hay investigaciones diferentes, de que hay tradiciones diferentes, hay figuras reconocidas dentro de ese campo que han optado por el trabajo en una u otra área. Cuando hablamos de práctica de la escritura en relación con la literatura, a mí me preocupa un poco, en el sentido de que pueda usarse el texto literario como modelo de escritura. Algo al estilo, por ejemplo, de lo que el estructuralismo hizo con la enseñanza de la gramática, en la que nos pasábamos analizando, poemas y novelas para ver el sujeto y el predicado. De todos modos el aprendizaje de la lectura, también se potencia o puede potenciarse perfectamente, con la lectura literaria. Siempre y cuando tengamos en claro que en esa lectura literaria van a cruzarse las dimensiones de la “comprensión” y de la “interpretación” que son dos caminos diferentes. Caminos que la didáctica de la lengua, por ejemplo, tiene resuelto. La de la literatura, no.

6. ¿Incorporar textos vinculados con la vida cotidiana (letras de rock) o mostrarles algo nuevo y desconocido (Girondo)?

Yo creo que los textos de la vida cotidiana, también tienen que ver con lo novedoso. En algún momento se pensó, respecto de que, bueno, para generar el placer que decíamos antes, traigámosle a los chicos canciones de Fito Páez, o graffiti o escrituras callejeras. Yo no descarto ese tipo de textos en la enseñanza de la literatura, siempre y cuando, tengamos en cuenta que lo que estamos queriendo potenciar ahí, es la lectura de textos literarios. Una canción de Fito Páez, fue pensada como canción y no como poema. Eso es clarísimo. Frente al texto cotidiano, prefiero el texto novedoso, pero literario. Aquellos autores que el canon escolar excluyó, aquellos autores que nunca ingresaron a la escuela, y que tienen posibilidades de trabajo muy interesantes.

6.1. Se me ocurre, ¿trabajarías Perlongher en un polimodal?

Mirá, sí. Porque evidentemente lo trabajé en mi experiencia de escuela media. Hace tres años que no estoy más en la escuela media. Pero cuando trabajaba en la escuela media recuerdo haber trabajado con textos de Juan L. Ortiz, de Perlongher, de Andrés Rivera, textos que tradicionalmente no ingresaban en el canon. Me preocupa ver que estos autores ya aparecen en algunos manuales, no? Y cuando aparecen en el manual, ahí soy barthesiano, entro a sospechar un poco. Pero bueno, la capacidad del docente de poder seguir buscando en su propio canon, en sus propias lecturas textos provocadores, textos generadores de propuestas potentes, siempre está latente y siempre es posible.

7. ¿Qué autores argentinos o qué obras no pueden faltar? Te digo esto por lo que algunos didactas dicen que “lo que no ven, el contacto que no tienen en la escuela media no lo tienen más...”

Yo creo que ese es un punto fuerte, no? Yo creo que algo de razón tienen respecto de esto, que lo que no leen en la escuela secundaria no lo leen más. En ese sentido, yo voy a seguir siendo clásico. Yo creo que en la escuela secundaria hay que leer a Echeverría, hay que leer, y hay que trabajar y pensar la escritura sarmientina, como el gran laboratorio de la palabra ficcional de nuestra literatura. No podemos dejar de leer a Hernández, tampoco a Borges. Y después de Borges, los otros programas escriturales fuertes de esta literatura que permiten explicar mejor una nacionalidad, me refiero a Julio Cortázar, me refiero a Manuel Puig, el gran olvidado de todos los cánones. A Puig no lo lee la escuela, Puig es el escritor temeroso. Podemos trabajar con otros autores, como Andrés Rivera, por ejemplo, y las dificultades que la escritura que ese autor tiene; hay escritores como César Ayra que tampoco ingresan a la escuela y que en este momento desarrollan un trabajo fuerte. ¿Por qué no trabajar con poesía en la escuela media? ¿Por qué no trabajar con Pizarnik? ¿Por qué no trabajar con Perlongher? El mismo Borges poeta, que tampoco se trabaja mucho frente a la opción del Borges prosista que aparentemente parece ser más claro que el Borges poeta. La escritura de Juan L. Ortiz, como te decía hoy. La escritura de Olga Orozco, por ejemplo, como muy potente dentro de este campo. La escritura de algunos autores dramáticos, por ejemplo, de algunos autores de obras de teatro, que tienen hoy en día una potencialidad de trabajo muy fuerte. Yo conozco experiencias en el interior de la provincia, de profesores que están incorporando en sus clases lecturas de textos dramáticos y que eso les permite empezar a trazar o a rediseñar el sistema de la literatura argentina con muy buenos resultados.

8. ¿Dónde situarías la dificultad didáctica de abordar con los chicos el texto literario? Vos que trabajaste en media, que estuviste en el aula, ¿por qué es difícil dar literatura?

Yo creo que la dificultad mayor reside en que la literatura es un discurso que les está negando todo lo que ellos saben, no? Que el mundo como tal, como el lenguaje ordinario se los ha mostrado, la literatura se los está destruyendo, no? Lo que no me parece bueno es, frente a esa dificultad optar por lecturas más tranquilizadoras. Por ejemplo, como son adolescentes vamos a leerle un poema de amor para que el chico pueda decir “Ah, mirá que lindo! A mí esto me está pasando... yo me enamoro, yo sufro, a mí me dejaron, yo escribo una carta...” Me parece que esa es una didáctica, lo que podemos llamar una didáctica negada, estoy falseando la didáctica. Lo que la didáctica de la literatura tiene que hacer es no inscribir al sujeto en esa mirada de identificación, sino en una mirada del deseo. Esta pregunta que yo siempre traigo, y en alguno de mis trabajos también lo digo, respecto de que, bueno, en el contexto literario hacer decirle al alumno, no “esto me pasó”, sino “yo deseo que esto me pase”, en ese sentido de devenir que el texto literario siempre está instalando. Y eso, evidentemente es un trabajo, porque primero hay que estar dispuesto a poder hacerlo, es un trabajo que el docente previamente debe haber podido hacer, para poder después transmitirlo.

Ana María Machado, que es una teórica de la literatura infantil, dice que en realidad no enseñamos literatura, sino que enseñamos un contagio, y el contagio es “contagiamos el amor por la literatura”. Tesis un poco débil si se la mira de un paradigma más científico, pero creo que tiene cierto rasgo de verdad, cierto rasgo de comprobación.

9. ¿Se puede ayudar a construir la competencia literaria en el alumno? ¿Qué papel juega dentro de esa competencia el contenido histórico?

El tema de la competencia tiene que ver básicamente con una de las categorías que, los nuevos enfoques de enseñanza de la lengua y la literatura instalaron en nuestro país, fundamentalmente a partir de la ley federal de educación. Dejamos de enseñar lengua, dejamos de enseñar literatura, para enseñar comprensión lectora, para enseñar coherencia y cohesión, para enseñar competencias. Si nosotros pretendemos que con la enseñanza de la literatura un alumno se vuelva competente para otras cosas, habría que ver qué otras cosas nos interesa que pueda desarrollar. Pero estoy absolutamente convencido de que cuanto más literatura se lea, mayor va a ser el deseo por seguir profundizando la lectura de eso. Es más para más.

10. ¿Qué es la literatura?.

No, no. De ninguna manera te puedo responder eso, porque iría preso. Tengo un título que me habilita para enseñarla, y la primera certeza que uno tiene en el momento es, que es un objeto que es indefinible. Lo que no niego es que existan algunas preguntas, que de alguna manera reinstalen el debate en esta línea, por ejemplo las preguntas que vos me hiciste en esta entrevista, tienen que ver con esto, con poder instalar el tema desde algunas otras preguntas que permiten generar derivaciones fuertes que permitan instalarnos en los debates del campo, que permitan asentar esta didáctica de la literatura que aparentemente aparece, por el momento, tan débil o confundida, frente a otras preocupaciones que hoy la escuela argentina tiene que resolver.

Jueves 02 de octubre de 2003.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Del corte de pelo al corte de rostro.

Sociología de la Educación.  Nota de opinión.   Del corte de pelo al corte de rostro 1 . Representaciones de la alteridad y estigmatización. Resumen. En este artículo se ofrece un recorrido teórico por las investigaciones concernientes a las representaciones de la alteridad y los procesos de estigmatización en la escuela argentina. Alteridad definida en contextos de multiculturalidad, específicamente dada por la condición de alumno migrante y pobre. La directora Rosa del Río pasó a la historia de la educación argentina por haberle rapado la cabeza a sus alumnos pobres, inmigrantes y judíos para que la escuela de la ciudad de Villa Crespo no se plagara de piojos. No sólo despojó a sus alumnos despojados, sino que creyó darles algo que reemplazaría su desolación: una patria. Para eso compró metros de tela celeste y blanca que cosió en forma de cintas. Cintas que fueron moños en las cabezas de las niñas y corbatas en los cuellos de los niños (Sarlo, 1997). Esto que ocurría en 1

Los siete velos de la fantasía.

"la fantasía no sólo realiza un deseo en forma alucinatoria (...) una fantasía constituye nuestro deseo, provee sus coordenadas, es decir, literalmente 'nos enseña cómo desear'." La pregunta original del deseo no es directamente "¿qué quiero?", sino "¿qué quieren los otros de mí?, ¿qué ven en mí?, ¿qué soy yo para los otros?". El acoso de las fantasías, Slavoj Žižek Rabadilla, es un personaje de Boquitas Pintadas , que suele pasar desapercibido. En muchos análisis se pivotea entre otras duplas (Nené-Juan Carlos; Mabel-Juan Carlos; Pancho-Mabel, etc.) Sin embargo, es interesante pensar cómo se construye desde ese personaje la fantasía, esa forma primordial de narrativa, en palabras de Žižek. Rabadilla es el personaje que nos muestra en sus soliloquios, devaneos mentales o fluir de la conciencia la conformación de su fantasía. 1. "...la fantasía crea una gran cantidad de posiciones de sujeto, entre las cuales  (observando, fantaseando) e

Representaciones de la otredad a partir del corto Hiyab (2005) Xavier Sala.

Parte 1: Continuidades y rupturas. Si pensamos en el dispositivo escolar en sus inicios -es decir, a fines del SXIX con la construcción de los sistemas educativos nacionales-, se nos vienen a la mente algunas imágenes en blanco y negro que parecen coincidir perfectamente con los que Foucault plantea en Vigilar y castigar (1975) o en Los Anormales (Curso del Collège de France 1974-1975), sobre el control y el disciplinamiento de los cuerpos.  El imperativo de construir un sentimiento nacional -muchas veces encomendado a los hombres de letras, que en el caso de Argentina coincide con los románticos de la generación del 37- iba acompañado por la necesidad de formar al ciudadano de esa nación. La patria tenía que fundarse en el ser nacional; el ser nacional necesitaba, sin lugar a dudas, carácter de unidad.  Y como todos sabemos, lo único no tolera lo diferente. La búsqueda por la perfecta homogeneidad, se construyó sobre los pilares de la igualdad, pero también de un alto grado de