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¿Por qué volver a "Vigilar y Castigar"?

RESEÑA: “Los medios del buen encauzamiento”, en Vigilar y castigar de Michel Foucault. Siglo XXI Editores. Buenos Aires, Argentina. Páginas 175 a 198.



Michel Foucault (1926-1984), licenciado en Psicología y licenciado en Filosofía de la Sorbona. En 1961 obtuvo su doctorado mediante dos tesis. La 'principal' era Enfermedad Mental y Psicología, Historia de la Locura en la Edad Clásica y la 'secundaria' consistía en la traducción y comentarios de Antropología desde un punto de vista pragmático de Kant.


La tesis principal analiza las practicas médicas durante los Siglos XVII y XVII. Posteriormente publica El Nacimiento de la Clínica. En 1966 Las Palabras y las cosas y en 1969 La Arqueología del Saber. Recibe su diploma en Psicología Experimental y se dedica al estudio de Freud, Lacan, Piaget etc. Siendo esta tal vez fue su fase más productiva como teórico en el sentido académico, fase que se extiende hasta el año 1970. En el año 1971 asume a cátedra que pertenecía a Jean Hyppolite de Historia de los Sistemas de Pensamiento y la clase inaugural fue con “El Orden del Discurso”. En 1975 publica Vigilar y Castigar.
En Vigilar y Castigar, Foucault hace una análisis genealógico -como lo denomina Varela1- del proceso de surgimiento de la prisión moderna como una nueva tecnología del poder para el control, la medición y el encauzamiento de los sujetos, para volverlos dóciles y funcionales a la hegemonía. Tres ambientes en los cuales se ha desarrollado esta herramienta tecnológica de la modernidad, que fue la disciplina, son los hospitales, el ejército y las escuelas. En el capítulo a reseñar -Los medios del buen encauzamiento- Foucault se dedica a la disciplina en el ámbito de lo escolar, y, más específicamente, a los tres instrumentos que permite el éxito del poder disciplinario: la inspección jerárquica, la sanción normalizadora, y el examen (p. 175).
La inspección jerárquica es la herramienta basada en la observación, en la mirada; y tiene como origen y modelo al campamento militar. Modelo que se traslada tanto a los hospitales, y a las prisiones, como a las escuelas. Comienza a desarrollarse una arquitectura para el control del interior. Así es como se plantea al Edificio de la Escuela como “aparato para vigilar” (p. 177). El autor explica de qué manera la estructura del panóptico permite “a una sola mirada verlo todo permanentemente” (p. 178) y cómo se ejerce el control a través de la gradación piramidal de las jerarquías.
Los dispositivos de encauzamiento de los cuerpos en los talleres de obreros son el modelo que la escuela va a tomar para preparar a los ciudadanos aptos para ese nuevo modelo de trabajo en serie. La jerarquía de los ayudantes del maestro copiará también el modelo de los talleres y contribuirá a la integración de un sistema que produce poder como “aparato entero” (p. 182).
La sanción normalizadora es parte de la micropenalidad que reina en el interior de todos sistemas disciplinarios (p. 183). El correctivo funciona como ortopedia de la conducta, a la vez que diferencia ejerce un proceso de estándar que luego se aplica en la normalización del sujeto que aprende. La normalización empuja a la homogeneidad pero también a la distinción de las diferencias, “individualiza al permitir las desviaciones, determinar los niveles, fijar las especialidades, y hacer útiles las diferencias ajustando unas a otras” (p. 189).
El examen es el instrumento que combina las dos técnicas anteriores: la inspección jerárquica y la sanción normalizadora, es “una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar” (p. 189). Es el espacio donde poder y saber se superponen; la escuela pasa a ser el lugar donde se gesta la pedagogía como ciencia.
En este apartado también se analiza el papel de la escritura en la técnica del examen como un elemento de medición de observables en el sujeto que aprende, lugar que en la clínica y en lo forense tiene el “expediente” (p. 195).
Atribuir el poder a estos ardides de la disciplina, ¿no es concederles mucho? Con esta inquietud cierra el capítulo el autor y abre un mundo de posibilidades de reflexión en las diversas áreas de las ciencias sociales, y, principalmente, en educación. Su respuesta se deja oír desde la postura que se lee al contemplar su obra. Si bien su posición profundiza sobre el estudio de la microfísica del poder, también es verdad que deja bien en claro la inutilidad de detectar el poder en el sujeto del saber:
Podemos decir de cualquiera que sabe algo: 'Usted ejerce el poder'. Es una crítica estúpida en la medida en que se limita a esto. Lo interesante es, en efecto, saber cómo en un grupo, en una clase o en una sociedad funcionan las mallas del poder, es decir, cuál es la localización de cada uno en el hilo del poder, cómo lo ejerce de nuevo, cómo lo conserva, cómo le repercute.” (Foucault, 1999 p. 254).
Que el docente detenta el poder, que reproduce la ideología dominante por se parte del aparato ideológico del estado”, es parte del discurso que los estudiosos de las ciencias de la educación han utilizado para negarse a sí mismos la posibilidad de análisis contextualizados histórica, política, económica y socialmente; análisis de las prácticas que contemplen las posiciones de los individuos como sujetos activos dentro de una dialéctica hegemónica que, como Gramsci recupera, tiene dos momentos: la incorporación y la resistencia. Las teorías llamadas de la reproducción se encargaron de instalar esta visión a pesar de que, al mismo tiempo -fines de la década del sesenta-, pedagogías de la resistencia, de la liberación, como lo fue el movimiento que inicia Freire en Brasil, mostraban el costado opuesto.
Por esto me parece de suma importancia recuperar el texto de Foucault, para reinstalar la reflexión acerca del lugar de los sujetos de las prácticas educativas en relación con su entramado social y con las mallas del poder.

Bibliografía.
  • Foucault, Michel. “Los medios del buen encauzamiento”, en Vigilar y castigar. Siglo XXI Editores. Buenos Aires, Argentina. Páginas 175 a 198.

  • Foucault, Michel. “Las mallas del poder”, en Foucault, Michel. Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales, Volumen III. España: Paidós. Páginas 235 a 254.



  • VARELA, Julia , "Educación (Sociología de la). Algunos modelos críticos". En Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales. Terminología Científico-Social, Tomo 1/2/3/4, Ed. Plaza y Valdés, Madrid-México 2009.



1VARELA, Julia , "Educación (Sociología de la). Algunos modelos críticos". En Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales. Terminología Científico-Social, Tomo 1/2/3/4, Ed. Plaza y Valdés, Madrid-México 2009.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy bueno tu blog, yo estoy muy interesado en la relacion poder-saber.
Edgar Luna
Mª Laura Piccioni ha dicho que…
Edgar, a mí también me interesó por eso hice como materia optativa "sociología de la educación", para la cual escribí esta reseña. Me alegro si te sirve.

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